Historia: el rizo permanente

El rizo permanente

1906: Karl Nessler inventa el rizo permanente

Es en 1906 cuando Karl Nessler, un peluquero alemán, mostró al mundo una tecnología que revolucionaría la peluquería durante el siglo siguiente. Después de años de experimento, incluyendo algún que otro intento que casi quema por completo el cabello de su esposa Katharina, Nessler perfeccionó finalmente un tratamiento químico con el que conseguía rizos permanentes en cabellos lisos.

Nacido en 1872 en la pequeña ciudad de Todtnau (Selva Negra), Nessler inició su profesión como aprendiz en una barbería. Mientras seguió con su oficio de peluquero en lujosos salones de Ginebra y París, comenzó a experimentar con el uso de fuertes álcalis mientras calentaba el pelo.

Nessler patentó finalmente el proceso en 1909. Consistía en envolver firmemente el cabello alrededor de un rodillo de metal, tratar el pelo con hidróxido de sodio y calentarlo durante 10 minutos con unas pinzas cilíndricas que previamente se habían colocado sobre una llama de gas.

Aunque se trataba de una técnica con cierto riesgo, el de quemaduras entre otros, Nessler encontró un proceso lo bastante fiable como para que la necesidad de ser bella se enfrentara a los peligros. En 1911, la permanente de cabello se hizo lo suficiente popular como para que el inventor (para entonces había cambiado su nombre por el más afrancesado Charles Nestle), abriera su salón “La casa del rizo permanente” en Londres.

Cuando irrumpió la Primera Guerra Mundial, las autoridades británicas confiscaron su negocio y le internaron como “enemigo extranjero”. Nestle consiguió escapar del campamento de internamiento y en 1915; llegó entonces a Nueva York con el nombre falso de Señor Miller donde, pronto, fundó un salón de éxito en la Calle E 49.

Daba en 1927 empleo a casi 500 personas. Vendió en 1928 su negocio y la patente por 1,5 millones de dólares. Antes de que finalmente perdiera buena parte de su fortuna en el crack bursátil de 1929, envió miles de dólares y donó 34 toneladas de ropa a Todtnau para aliviar la pobreza causada por la rampante inflación y el desempleo que golpeaban a Alemania a comienzos de la década de 1920.

Testimonios: las primeras permanentes

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