Historia de la permanente

Historia de la permanente del pelo: ¿Cuándo se inventó?

¿Cuándo se inventó la permanente del pelo?

1906: Karl Nessler inventa el rizo permanente

La permanente es una técnica de ondulación del cabello que ha evolucionado a lo largo de los años, convirtiéndose en un elemento icónico de la moda capilar.

Sus orígenes se remontan al siglo XIX, cuando se comenzaba a experimentar con métodos para dar forma y textura al cabello. En sus inicios, se utilizaban herramientas rudimentarias, como tenacillas de metal calentadas en hornillos que funcionaban con carbon u otro combustible, y causaban daños significativos al cabello.
Fue en la década desde la década de 1910  cuando la permanente moderna comenzó a tomar forma. Gracias a los avances en la química y la tecnología, se desarrollaron lociones que permitieron una permanente más segura. La introducción de soluciones químicas más seguras y efectivas permitió a los estilistas crear rizos duraderos sin dañar tanto la fibra capilar, especialmente con el uso de la permanente en frío. Este método ganó popularidad rápidamente, convirtiéndose en una tendencia en salones de belleza, pero también en hogares  porque la venta de máquinas para rizar el Cabello permanentemente se hacía de Puerta a Puerta, enseñando a las amas de casa cómo tratarse el cabello por sí mismas.
A lo largo de las décadas, la permanente ha atravesado diversas modas y reinterpretaciones, desde las Ondas al agua de la década de los años 30, los victory rolls de los 40, hasta los rizos voluminosos de los años 80 y las ondas más suaves y naturales que son populares en la actualidad. Hoy en día, la técnica sigue siendo valorada tanto por su capacidad para transformar el cabello como por su versatilidad, adaptándose a diferentes estilos y preferencias. La permanente no solo ha dejado su huella en la historia de la belleza, sino que también ha influido en la forma en que las personas se expresan a través de su apariencia, especialmente con el enrollado del cabello en espiral.

1906: Karl Nessler inventa el rizo permanente

Historia de la permanente

Es en 1906 cuando Karl Nessler, un peluquero alemán, mostró al mundo una tecnología que revolucionaría la peluquería durante el siglo siguiente. Después de años de experimento, incluyendo algún que otro intento que casi quema por completo el cabello de su esposa Katharina, Nessler perfeccionó finalmente un tratamiento químico con el que conseguía rizos permanentes en cabellos lisos.

Nacido en 1872 en la pequeña ciudad de Todtnau (Selva Negra), Nessler inició su profesión como aprendiz en una barbería, donde aprendió a aplicar técnicas de permanente. Mientras siguió con su oficio de peluquero en lujosos salones de Ginebra y París, comenzó a experimentar con el uso de fuertes álcalis mientras calentaba el pelo.

Nessler patentó finalmente el proceso en 1909, marcando un hito en la evolución de la permanente en frío. Consistía en envolver firmemente el cabello alrededor de un rodillo de metal, tratar el pelo con hidróxido de sodio y calentarlo durante 10 minutos con unas pinzas cilíndricas que previamente se habían colocado sobre una llama de gas.

Aunque se trataba de una técnica con cierto riesgo, el de quemaduras entre otros, Nessler encontró un proceso lo bastante fiable como para que la necesidad de ser bella se enfrentara a los peligros, aplicando lociones innovadoras. En 1911, la permanente de cabello se hizo lo suficiente popular como para que el inventor (para entonces había cambiado su nombre por el más afrancesado Charles Nestle), abriera su salón “La casa del rizo permanente” en Londres.

Cuando irrumpió la Primera Guerra Mundial, las autoridades británicas confiscaron su negocio y le internaron como “enemigo extranjero”. Nessler consiguió escapar del campamento de internamiento y en 1915 llegar a Nueva York con el nombre falso de Señor Miller donde montó el exitoso salón de la Calle E 49, aplicando su técnica de permanente.

 

Logró en 1927, gracias a la popularidad del tipo de permanente que ofrecían, proporcionar trabajo a casi 500 personas. Vendió en 1928 su negocio y la patente por 1,5 millones de dólares. Antes de que finalmente perdiera buena parte de su fortuna en el crack bursátil de 1929, envió miles de dólares y donó 34 toneladas de ropa a Todtnau para aliviar la pobreza causada por la rampante inflación y el desempleo que golpeaban a Alemania a comienzos de la década de 1920.

Testimonios: las primeras permanentes

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